La Xicra es un acogedor restaurante que regentan Pere Bahí y Montse Soler en la calle Sant Antoni 17, conocida como Carrer Estret –fuente de inspiración de Josep Plà- Esta ubicado en la localidad de Palafrugell, en plena Costa Brava.
Pere es un excelente cocinero autodidacta además de un estudioso de la cocina histórica del Empordà, en su carta aparecen muchos de los platos tradicionales de la zona. Lo que más me gusta de este restaurante es la honestidad de sus artífices, el respeto por los productos de la tierra y del mar, los sabores puros.
Montse se encarga de la sala conjugando profesionalidad y simpatía.
Pere es un excelente cocinero autodidacta además de un estudioso de la cocina histórica del Empordà, en su carta aparecen muchos de los platos tradicionales de la zona. Lo que más me gusta de este restaurante es la honestidad de sus artífices, el respeto por los productos de la tierra y del mar, los sabores puros.
Montse se encarga de la sala conjugando profesionalidad y simpatía.
El espacio distribuido en distintas estancias intimistas resulta cálido y confortable. De sus paredes cuelgan obras de arte que sus propietarios han ido adquiriendo a lo largo del tiempo, también tienen una interesante colección de copas de cristal tallado.
Por su parte, Anna Casadevall, la joven discípula de Pere, ha demostrado sobradamente que es capaz de ejecutar con rigor los platos aprendidos de su maestro.
Mi última visita a La Xicra ha sido memorable, como todas las que le han precedido.
Empezamos el almuerzo con algunas pequeñas degustaciones: En primer lugar nos sirvieron una sabrosa Sopa Fría de Tomate con un punto de olivada y anchoa a la que le siguieron unos Fesolets de la Cella (judías verdes tiernas) con cebolleta y pimiento, resulta todo un lujo poder acceder a tan apreciado manjar. También probamos una punta de espárrago con una velouté de brócoli de lo más delicada. Los escabeches de gambitas y de mejillones estaban en su punto de adobo.
Montse nos ofreció un Raimat Abadia Blanc de guarda de la D.O.Costers Segre, sabia elección porque es un vino blanco con 5 meses de crianza en barrica nueva francesa que en su coupage combina Chardonnay, Sauvignon Blanc y Albariño.
Nos lo sirvió en copa Riedel, su brillante amarillo dorado y la primera impresión en nariz de finos tostados, cítricos y manzana verde prometían. Apareció lima confitada junto con mantequilla fresca, también algo de heno. Al remover la copa apreciamos algunas notas herbáceas y un sutil aroma de jazmín. El paso en boca resultó untuoso y con una excelente acidez. Nuevamente la fragancia de manzana verde, también de nísperos maduros, notas reposteras y una ligera sensación yodada. Los tres varietales se fueron manifestando por separado a lo largo de la degustación. Lo disfrutamos hasta la última gota.
Siguiendo con el menú, también tomamos unos tomates de pera carnosos, dulces y extremadamente gustosos acompañados de unas anchoas del mediterráneo de calibre importante que estaban en su punto de sal y textura, todo ello regado con un aceite de arbequina fragante que apuntaba un sutil toque de ajo.
Nunca me he podido resistir ante un plato de lentejas porque mi abuela las cocinaba de escándalo, ay! esos cálidos recuerdos de infancia... En esta ocasión estaban estofadas con gambas, me encantó su cremosidad.
También me gustan los caracoles de tierra, otro de los platos antológicos de mi abuela, de pequeña solíamos salir a buscarlos de noche con una linterna en mano después de una tarde de lluvia, toda una aventura. Anna los preparó al estilo "mar y montaña", con almejas y cigalas en una reducción de vino y tomate, un punto de ajo-aceite además de la imprescindible guindilla. Un conjunto de sabores concentrados realmente rico.
Seguimos con un Catxoflino, este plato de nombre casi impronunciable es de lo más típico en la zona, se trata de cocinar conjuntamente los alimentos que van quedando en la nevera. Pere ha elaborado ya muchos y muy variadas combinaciones, en esta ocasión nos presentaron un Catxoflino de Langosta, un delicioso guiso elaborado con langosta, mejillones y unas albóndigas melosas elaboradas con panceta, pan remojado, ajo y perejil, enharinadas y fritas.
También probamos su tradicional Pollo rustido con berenjena, delicioso. Para finalizar dos postres: Crema de Yogur con Mandarina, Café y Triple Seco, esta combinación de sabores además de curiosa resultó refrescante. También un Frío y Caliente de Chocolate con Helado de Menta.
En estos tiempos que corren me saltan las lagrimas de la emoción cuando se me presenta la oportunidad de acceder a algo autentico, ya sea un gustoso tomate de la huerta, unos Fesolets de la Cella, unos erizos de mar o compartir un café con Pere y Montse. A mi acompañante le enamoró su cocina, ellos también.
Pere me comentó que está trabajando en un nuevo libro de cocina que verá la luz a finales de año. Os recomiendo que leáis "El que menjava Josep Pla. Les millors receptes de l'Empordà Petit" de ediciones Columna. No os los perdáis.
El precio medio de la carta es de unos 35-40€ y su menú degustación tiene un precio de 45€. La Xicra es un auténtico regalo para los sentidos.
Mi última visita a La Xicra ha sido memorable, como todas las que le han precedido.
Empezamos el almuerzo con algunas pequeñas degustaciones: En primer lugar nos sirvieron una sabrosa Sopa Fría de Tomate con un punto de olivada y anchoa a la que le siguieron unos Fesolets de la Cella (judías verdes tiernas) con cebolleta y pimiento, resulta todo un lujo poder acceder a tan apreciado manjar. También probamos una punta de espárrago con una velouté de brócoli de lo más delicada. Los escabeches de gambitas y de mejillones estaban en su punto de adobo.
Montse nos ofreció un Raimat Abadia Blanc de guarda de la D.O.Costers Segre, sabia elección porque es un vino blanco con 5 meses de crianza en barrica nueva francesa que en su coupage combina Chardonnay, Sauvignon Blanc y Albariño.
Nos lo sirvió en copa Riedel, su brillante amarillo dorado y la primera impresión en nariz de finos tostados, cítricos y manzana verde prometían. Apareció lima confitada junto con mantequilla fresca, también algo de heno. Al remover la copa apreciamos algunas notas herbáceas y un sutil aroma de jazmín. El paso en boca resultó untuoso y con una excelente acidez. Nuevamente la fragancia de manzana verde, también de nísperos maduros, notas reposteras y una ligera sensación yodada. Los tres varietales se fueron manifestando por separado a lo largo de la degustación. Lo disfrutamos hasta la última gota.
Siguiendo con el menú, también tomamos unos tomates de pera carnosos, dulces y extremadamente gustosos acompañados de unas anchoas del mediterráneo de calibre importante que estaban en su punto de sal y textura, todo ello regado con un aceite de arbequina fragante que apuntaba un sutil toque de ajo.
Nunca me he podido resistir ante un plato de lentejas porque mi abuela las cocinaba de escándalo, ay! esos cálidos recuerdos de infancia... En esta ocasión estaban estofadas con gambas, me encantó su cremosidad.
También me gustan los caracoles de tierra, otro de los platos antológicos de mi abuela, de pequeña solíamos salir a buscarlos de noche con una linterna en mano después de una tarde de lluvia, toda una aventura. Anna los preparó al estilo "mar y montaña", con almejas y cigalas en una reducción de vino y tomate, un punto de ajo-aceite además de la imprescindible guindilla. Un conjunto de sabores concentrados realmente rico.
Seguimos con un Catxoflino, este plato de nombre casi impronunciable es de lo más típico en la zona, se trata de cocinar conjuntamente los alimentos que van quedando en la nevera. Pere ha elaborado ya muchos y muy variadas combinaciones, en esta ocasión nos presentaron un Catxoflino de Langosta, un delicioso guiso elaborado con langosta, mejillones y unas albóndigas melosas elaboradas con panceta, pan remojado, ajo y perejil, enharinadas y fritas.
También probamos su tradicional Pollo rustido con berenjena, delicioso. Para finalizar dos postres: Crema de Yogur con Mandarina, Café y Triple Seco, esta combinación de sabores además de curiosa resultó refrescante. También un Frío y Caliente de Chocolate con Helado de Menta.
En estos tiempos que corren me saltan las lagrimas de la emoción cuando se me presenta la oportunidad de acceder a algo autentico, ya sea un gustoso tomate de la huerta, unos Fesolets de la Cella, unos erizos de mar o compartir un café con Pere y Montse. A mi acompañante le enamoró su cocina, ellos también.
Pere me comentó que está trabajando en un nuevo libro de cocina que verá la luz a finales de año. Os recomiendo que leáis "El que menjava Josep Pla. Les millors receptes de l'Empordà Petit" de ediciones Columna. No os los perdáis.
El precio medio de la carta es de unos 35-40€ y su menú degustación tiene un precio de 45€. La Xicra es un auténtico regalo para los sentidos.
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